Doblando el paracaídas para el aterrizajeAriadna Hernández de Tejeda (*)
Hace poco escuché a un amigo que es un hombre de empresa, decir “me hice solo” refiriéndose a que inicialmente no necesitó de nadie para sacar adelante su empresa. Su frase, pero sobre todo la convicción con que lo dijo, me dejó de una sola pieza... y sentí pena. ¿Es posible que nadie estuviera a su lado para ayudarle, para darle una palabra de aliento, para siquiera hacerle sentir que no está solo?.
Finalmente caí en la cuenta que esto no podía ser real, que posiblemente este empresario no tenía en su recuerdo (o no quería tener) el rostro de tantas personas que, estoy segura, le ayudaron de múltiples formas a sacar adelante su hoy exitosa y próspera empresa.
Pensando en este empresario recordé a Charles Plumb , un capitán naval sobreviviente de un combate aéreo en Vietnam.
Plumb es atacado y su avión cae, pero sobrevive por que logra eyectar su asiento y caer a tierra en un paracaídas. Sale libre después de 6 años de prisión de guerra. Plumb cuenta que un día, ya libre, le saluda un hombre que le da un abrazo con mucho afecto. Él no lo conocía (o no lo recordaba) y le dice que fue uno de sus soldados y que vivía feliz de saber que Plumb pudo eyectarse,caer en su paracaídas y lograr sobrevivir.
Yo soy –le dijo- ese soldado que tenía como una de sus funciones asegurar de que todo en su cabina funcione y de doblar su paracaídas para cuando lo necesitara. Vivo feliz de saber que funcionó!! Plumb aprendió en ese instante que muchas personas están en tu vida apoyándote sin que te percates de ello y lo que es peor... sin agradecer esa presencia y esas acciones.
Nunca estamos solos, es imposible “hacerse solo”, lo que sí es posible es creer que podemos “hacernos solos” o no recordar quienes nos apoyaron. Cuántos de nosotros – como el empresario de mi historia o como el mismo Plumb- no hemos reflexionado sobre todo el apoyo que necesitamos de los demás
Siempre hay alguien doblando un paracaídas para nosotros, para que tengamos el mejor de los aterrizajes en esta vida.
Un padre que hace tanto esfuerzo para darnos lo mejor, una madre que deja de comprarse cosas para darte un pequeño gustito, una esposa que sonríe para ti a pesar de estar muy cansada, un esposo que trabaja arduo solo soñando con lo mejor para su familia... pero también un hijo que se queda con poco tiempo de los papás pero aun así corre a abrazarte apenas te ve, o la nana que cuida a tus hijos mientras no estás, o quien limpia tu casa para que la encuentres hermosa, o el amigo que está ahí solo para acompañarte... O ese tío, abuelo, vecino que en algún momento te brindó una palabra de aliento, una sonrisa o su presencia.
Te invito a traer al presente el recuerdo de esas personas, de esos rostros que en algún momento doblaron o están doblando el paracaídas para ti. Pero no solo te quedes en ese hermoso recuerdo, da las gracias y reconoce cuanto amor y aprecio hay para ti en este mundo: consérvelo.
(*) Ariadna Hernández de Tejeda, psicóloga organizacional educativa que actualmente se desempeña como Directora Corporativa de Calidad Educativa en la Universidad Privada del Norte (ciudad de Trujillo, Perú).